WAFRR | Family Run Restaurants
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la asociación mundial de restaurantes familiares

FRR tiene una organización hermana, complementaria: la Asociación Mundial de Restaurantes Familiares (WAFRR). 

Mientras que FRR ayuda y da apoyo a los restaurantes familiares como negocios, una de las funciones principales de la WAFRR es asegurar que estos restaurantes mantengan su nivel de calidad, es decir, que sigan las reglas ya mencionadas (que haya al menos dos miembros de una familia, que sirvan alimentos de proximidad, etcétera). Si se cumplen estas condiciones,
la WAFRR entregará un certificado a cada restaurante familiar, como una garantía a los clientes que han escogido un establecimiento como es debido.

España, el primer país donde la WAFRR ha comenzado a funcionar, se ha dividido en diez regiones, cada una con su propio encargado. Como todos nuestros restaurantes dependen de las recomendaciones de otros propietarios de restaurantes
y clientes habituales, es el deber de los encargados mantener los estándares, promover la marca y asegurar que todos los restaurantes tengan fácil acceso a alimentos sanos, de temporada y ecológicos.

Para ello, procuran llevar un control de los proveedores de productos orgánicos de los restaurantes en su zona asignada; y asegurar que tanto el transporte como la distribución de estos productos estén funcionando sosteniblemente.

También deben ayudar a los restaurantes miembros, negociando descuentos por cargos de crédito y débito, para los seguros y para los suministros de las bebidas y la comida. Mientras tanto, la misma FRR –la parte empresarial del proyecto, como si dijéramos– debe hacer todo lo posible para conseguir cada vez más clientes para los restaurantes familiares a través de las publicaciones y su web para hacer reservas.

LOS PELIGROS
El acoso a la buena cocina que nadie preveía

La comida rápida es tan omnipresente que cualquiera diría que ha existido de toda la vida. Pero se trata de un fenómeno reciente, que no comenzó hasta 1921, cuando un restaurante llamado The White Castle abrió sus puertas en Estados Unidos, en Wichita, en el estado de Kansas. Ahí vendían hamburguesas, que en aquella época las llamaban sliders (deslizador) quizá porque eran tan pequeñas que la gente se las podía meter en la boca sin ningún problema y en grandes cantidades. En 1949, por todo Estados Unidos ya habían abierto 377 White Castles. 

Mientras tanto, en 1940, los hermanos Richard y Maurice McDonald abrieron un restaurante-barbacoa en San Bernardino, California. En 1954, Ray Kroc, un vendedor de las máquinas para hacer batidos que los McDonald usaban, compró los derechos a la franquicia de los McDonald, a fin de hacerla crecer siguiendo el ejemplo de los White Castle. En 1959, gracias al señor Kroc, ya se habían abierto 102 restaurantes nuevos (aunque él era el propietario, mantuvo el nombre McDonalds porque, según dijo en una entrevista en la televisión, “sonaba más saludable” que el suyo propio). En 1968 ya había mil restaurantes McDonalds, mientras que hoy en día van por los 37.241, y emplea a más de 250.000 trabajadores. Este éxito, lógicamente, resultó en todo tipo de competidores, que empezaron a proliferar a partir de los años cincuenta: Burger King, Taco Bell, Wendy’s, KFC...

Cómo la comida rápida, la agricultura industrializada y el transporte de alimentos contribuyen al calentamiento global

Este crecimiento de las cadenas de restaurantes –donde sirven cantidades inmensas de animales, pan, patatas fritas, y varios condimentos– fue facilitado por algunos cambios radicales en la industria de la alimentación que ya habían tenido lugar años antes. Los abonos y pesticidas químicos se empezaron a usar en 1903; la agricultura industrializada se extendió considerablemente en Estados Unidos y el Reino Unido a mediados del siglo XX; durante el mismo periodo, el transporte refrigerado hizo posible que los alimentos se pudieran transportar largas distancias. Estos y otros factores vinculados a la industrialización de la producción de la alimentación han tenido un impacto considerable –y notable– sobre el medio ambiente.

"Se calcula que el sistema mundial alimentario (...) es el responsable de entre el 30% y el 50% de todas las emisiones de los gases de efecto invernadero."
Elisabeth Kucinich
CENTRO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA

La maquinaria agrícola que utiliza el combustible fósil aumenta las emisiones de los gases de efecto invernadero, como también lo hacen los abonos, pesticidas y herbicidas sintéticos que, además, reducen
la biodiversidad, erosionan el suelo y contaminan el agua; además, también pueden ser cancerígenos. La ganadería masiva ha resultado
en la emisión de cantidades cada vez mayores de metano. De hecho, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO en su acrónimo inglés) nada menos que entre el 30% y el 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por el hombre provienen del transporte de alimentos y de la agricultura industrializada y no-orgánica.

Es más, las cadenas de restaurantes globales que no podrían funcionar –de hecho, serían inviables– sin esta agricultura industrializada son la causa del cierre de muchísimos restaurantes familiares pequeños, sencillamente porque las cadenas tienen más medios económicos, la capacidad de abrir grandes números de establecimientos más o menos por todas partes, y suficiente influencia para invadir el territorio que antes pertenecía a los restaurantes tradicionales. Pero resulta que la gente no los prefiere más que a los restaurantes familiares; al contrario, las encuestas demuestran que si se puede elegir entre el restaurante de una cadena y un restaurante familiar, la mayoría opta por este último, por varias razones, incluyendo la autenticidad, la fiabilidad, la comida orgánica y un ambiente más acogedor. 

Pero, tal como acabamos de decir, la invasión de las cadenas ha causado no solo la desaparición de muchos restaurantes familiares, sino que también ha causado daños al medio ambiente en un momento más que delicado: según el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU, tenemos unos doce años para cambiar radicalmente nuestro nivel de emisiones de gases de efecto invernadero, si no queremos enfrentarnos a una catástrofe en toda regla.

Ahora mismo, hay un aumento creciente del nivel del mar; un aumento de las olas de calor –según la NASA, el período entre 2013 y 2018 ha sido el más caluroso jamás registrado– y un aumento del número de catástrofes naturales como huracanes, tsunamis y sequías (las cuales, en 2018, causaron un descenso del 8 % de las cosechas de cereales en Europa, según un informe de la Unión Europea). La producción de alimentos y el clima están intrínsecamente relacionados.

La división más grande entre la agricultura y el medio ambiente comenzó con la introducción de los pesticidas químicos, hacia el año 1903.

La agricultura siempre ha dependido del clima y ahora el clima depende, en buena parte, de la agricultura.
ALGO DE FILOSOFÍA PARA AYUDARNOS A PLANTEAR NUESTROS OBJETIVOS

Tal como hemos dicho, la civilización –si entendemos por "civilización" el inicio de las comunidades sedentarias en Mesopotamia hace 6.500 años– es un desarrollo relativamente reciente. Pero el advenimiento de la civilización, que dio pie a la agricultura, la religión, los estados y las jerarquías sociales, entre otros, también es la fuente principal de un dilema que todavía afecta a la humanidad.

En pocas palabras, durante los 300.000 años que fuimos cazadores-recolectores, estábamos unidos al mundo natural, en el sentido nada sentimental de que no nos creíamos superiores o bien que no formábamos parte de la naturaleza. Además, según las investigaciones más recientes, vivíamos en pequeños grupos de 20 a 30 personas que eran excepcionalmente igualitarios, en los que el individuo y la colectividad eran perfectamente complementarios.

Con la llegada de la civilización, con grupos demasiado grandes para organizarse, tanto la proximidad al mundo natural como la relación entre los individuos y lo colectivo comenzaron a derrumbarse.

Esto, a su vez, provocó la creación de sistemas para controlar la población.

Con el paso de los años, la religión, el estado y el progreso tecnológico han hecho que mucha gente haya dejado de creer que formamos una parte íntegra de la naturaleza, y piensa que,
de alguna manera, le somos ajenos o que no tenemos nada que aprender de ella sino aprovecharnos tanto como podamos (una actitud expresada en voz alta para todos los que actualmente niegan la existencia del cambio climático). 

A la vez, la creación de las jerarquías, en las que una minoría privilegiada luchaba y lucha por mantener los derechos de los que ella misma gozaba y goza, resultó en la aparición de colectivos mayoritarios que debían luchar, a su vez, por sus derechos fuertemente pisoteados. Asimismo, se creó un clima político basado en un eje izquierda-derecha, donde la derecha apoyaba los derechos individuales por encima de todo, mientras que la izquierda defendía los derechos colectivos, también por encima de todo.

Esto ha llevado, una y otra vez, a sociedades divididas, guerras, levantamientos, y ataques tan escalofriantes como frecuentes contra los derechos humanos, proveniente tanto de la izquierda como de la derecha.

Ya se sabe que las cadenas de restaurantes que proliferaron durante la cultura capitalista e individualista del siglo XX fueron la causa del cierre de miles de restaurantes familiares; pero en el otro lado del Telón de acero pasaba algo muy parecido, gracias a la imposición de restaurantes colectivos, regidos por el Estado, que también acabaron con la existencia de incontables restaurantes regentados por familias.

Cuando el individuo puede hacer lo que quiera fuera de la colectividad (obviando su papel dentro de esta) y los colectivos pueden aplastar iniciativas individuales, los resultados, lógicamente, son desastrosos. Esto se puede aplicar perfectamente a la destrucción de los restaurantes familiares, en los que el individuo y lo colectivo suelen vivir en un estado de simbiosis eficaz.

La interacción armoniosa entre estas dos partes –el individuo y lo colectivo– es imprescindible para nuestro desarrollo. Si hacemos lo contrario –y lo estamos haciendo hoy en día– nos estamos acercando al final de nuestra evolución y nuestra propia existencia.

LA PARTE SIN ÁNIMO DE LUCRO Y OTRAS SOLUCIONES
Cómo los restaurantes sostenibles pueden ayudar a reducir el calentamiento global
"... pero no somos necesariamente víctimas de la evolución. Los seres humanos son lo suficientemente inteligentes como para evolucionar sin corrupción"
- Peter Staples

Nadie está diciendo que un retorno a una alimentación más saludable y tradicional pueda salvar el planeta por sí solo, pero un cambio en nuestras costumbres culinarias justamente allí donde más alimentos se consumen –principalmente en los restaurantes– sí significaría una ayuda considerable. Una ayuda que necesitamos, sobre todo en los grandes países industrializados: actualmente, por ejemplo, solo 4 % de los restaurantes en los Estados Unidos son independientes, un porcentaje que en Rusia es aún más bajo.

Los restaurantes familiares no son solo positivos, tanto social como ecológicamente, sino que también son negocios que deben obtener beneficios para sobrevivir. FRR, con la web de reservas de mesas y las guías impresas, quiere poner fin a la agresión de las cadenas de restaurantes industrializadas y estimular el crecimiento de los restaurantes regentados por familias y asegurar la supervivencia de los que ya existen.

Se calcula que en todo el mundo existen unos quince millones de restaurantes, la mayoría de los cuales todavía regentados por familias, a pesar de la agresión brutal de las cadenas, los grupos, y los grandes minoristas. Estos restaurantes familiares alimentan a más de trescientos billones de clientes cada año. El trabajo de la Asociación Mundial de los Restaurantes Familiares consiste en agruparlos bajo una sola marca para promocionarlos y protegerlos del embate de las cadenas y, a la vez, fomentar la utilización de productos orgánicos de proximidad y de temporada; asimismo se puede detener el calentamiento global e impulsar el papel de los restaurantes familiares dentro de cada comunidad.

La agricultura ecológica puede sostener a la población mundial

Mientras que los científicos, gobiernos y ecologistas debaten sobre cómo implementar los cambios necesarios, estamos bombardeados con visiones apocalípticas de nuestro planeta en un futuro no tan remoto, sin embargo, no todo es pesimismo

"Hay una creciente tendencia de investigación que muestra cómo lo agroecológico, orgánico y las prácticas agrícolas regenerativas pueden en realidad alimentar a una población en crecimiento mientras reparamos nuestra ecosistema dañado".
(Elisabeth Kucinich."Nosotros podemos revertir el cambio climático por la forma en que comemos"Huffington Post, 30 de julio de 2014.)

El Instituto Rodale, el instituto de investigación orgánica más antiguo de América, ha estado durante 40 años comparando la agricultura convencional con la orgánica y ha descubierto que “los sistemas ecológicos utilizan un 45% menos de energía, liberan un 40% menos de emisiones de carbono, mejoran la salud y la cantidad de suelo a largo plazo, y en realidad tienen el potencial para producir rendimientos hasta un 40% más altos en épocas de sequía que los sistemas convencionales”.

"Si convertimos todos los cultivos mundiales y pastos a la agricultura orgánica regenerativa podríamos ahorrar más del 100% de las emisiones anuales actuales de CO2".
- Instituto Rodale

El dinero que debe sufragar el empeño de la WAFRR – asesoramiento y apoyo- sobre todo en lo que se refiere a los gastos vinculados a las ayudas a los agricultores que quieren empezar a utilizar métodos agrícolas sostenibles– provendrán hasta el 50 % de los beneficios generados por las reservas y los libros publicados por FRR.

Por lo tanto, la WAFRR es una organización ecológica y sin ánimo de lucro que está vinculada de una manera totalmente simbiótica con el negocio que es FRR. No es, pues, muy sorprendente que la WAFRR se haya afiliado a Zero KM, el Movimiento Slow Food, y la Sustainable Restaurants Association.

LOS RESTAURANTES FAMILIARES COMO MODELO SOCIAL

Simplificando un poco, los restaurantes familiares son una de las pocas instituciones humanas donde se subraya nuestro vínculo con la naturaleza, a través del uso de productos orgánicos y de temporada; y al mismo tiempo son un microcosmos de cómo un colectivo y los individuos que lo conforman pueden trabajar conjuntamente, formando unos lazos estrechos y mutuos. Los chefs, los camareros, los diseñadores, los encargados... todos expresan su individualidad en beneficio de la totalidad y en beneficio de la sociedad.

Los restaurantes familiares no dependen de una gestión exterior, pueden elegir libremente su manera de funcionar y los platos que sirven; y tienen un papel social importante dentro de las comunidades que contribuyen a alimentar. Asimismo, los restaurantes familiares nos parecen un modelo excelente para las asociaciones humanas en otros ámbitos.

EL OBJETIVO
UNA VISIÓN FINAL

El fin, el objetivo principal y –como si dijéramos– el Santo Grial de FRR y la WAFRR es conseguir que volvamos a comer de la misma manera como lo hacíamos antes de 1903 (el año, como seguramente recordaréis, en el que se empezaron a utilizar abonos y pesticidas químicos en cantidades industriales). Para ello habría que promocionar, por un lado, tanto la agricultura sostenible (o sea, la gestión regenerativa de la tierra) como los restaurantes familiares; y por otro, reducir la influencia de las cadenas de restaurantes, que están haciendo estragos en el clima.

Si evitamos las grandes cadenas de restaurantes en favor de los restaurantes familiares y de sus proveedores sostenibles, entonces existe una seria posibilidad de que se pueda reducir considerablemente la contribución de entre el 30 % y el 35 % al calentamiento global causada por aquellas grandes cadenas tanto directa como indirectamente, junto con la agricultura industrializada y el transporte de largo recorrido.

Esto no es ningún sueño imposible: la ONG Regeneration International –que tiene una presencia activa en los Estados Unidos, India, Sudáfrica, Canadá, Guatemala y Belize– asegura que la alimentación orgánica es nuestra única opción viable. Según su director, André Leu, "la agricultura orgánica es la manera más rápida, eficaz, rentable y justa de alimentar el mundo". (Los proyectos de RI a menudo se ubican en zonas semiáridas, cuya tierra se está volviendo cultivable gracias a la plantación de árboles o la retención de aguas pluviales, entre otros métodos.)

La buena noticia es que podemos reducir los gases de efecto invernadero si, cada vez más, consumimos comida orgánica, de proximidad y de temporada. Juntos podemos ayudar a poner fin al cambio climático e incluso hacer que dé marcha atrás, además de proteger la integridad de nuestras comunidades. O sea, sabemos lo que hay que hacer. Sólo se trata de encontrar la manera de hacerlo. La gracia de FRR es que proporciona a la gente precisamente lo que la gente quiere y al mismo tiempo, ayuda a la gente a salvar el planeta. He aquí la función principal de FRR.

Por lo tanto, tiene cada vez más sentido que, cuando comemos fuera de casa, lo hagamos en un restaurante familiar, donde sabremos sin lugar a dudas que nos podemos fiar de los propietarios y del ambiente.

La solución, por tanto, es ofrecer a la gente lo que realmente quiere elegir; que es, al fin y al cabo, la opción más saludable. Sabiendo que todo el mundo se sentirá como en casa, tanto en la mesa como el planeta mismo.